martes, 17 de agosto de 2010

AMARANTH PRECEDIDO DE AMASTRIS DE RÓGER SANTIVÁÑEZ, POR JOSÉ DONAYRE HOEFKEN

El mito, cuando no es mera referencia, resulta ser una pulsión sobrecogedora. Roger Santiváñez, que sabe bien de esto, prensa este enfoque y da a luz Amaranth precedido de Amastris, poemarios siameses: Amastris (el equilibrio) y Amaranth (el extremo), que en realidad es como el primero, pero con un giro semejante al plano aberrante que utilizan los cineastas para transmitir crisis. En este escenario de opuestos complementarios, el lector traza líneas entre un punto y otro, e infiere no pocas constelaciones.

El poemario transita por el recuerdo poético, la leyenda urbana, el deseo onírico y la estampa pastoril. Todo empieza a orillas del río Cooper, para fluir, desde una narración que acarrea imágenes arrancadas de la memoria, hasta el laberinto de las calles de Lima y la amplitud del desierto piurano. El registro, a veces tan atropellado como una avenida congestionada o una calle sórdida, avanza hasta su vuelta en hélice: el paso de Amastris a Amaranth, como el día muta a noche.

Este complejo caudal poético se ve rebalsado por la exploración verbal, que se basa tanto en el encabalgamiento y la partición silábica re-veladora como en la semejanza sonora entre las palabras. Pero esta riqueza expresiva se potencia por el engaste de términos ingleses en el verso, más el argot limeño y piurano, en sabrosísima cadencia. Así, v. gr., el cuidado uso del vocablo “calato” en lugar de “desnudo” es, más que un capricho, un norte estético que cuestiona la arbitrariedad del signo lingüístico.

Fuente: Caretas

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