martes, 10 de mayo de 2011

Sobre la "Carta abierta a Susana Villarán, de Javier Arévalo", por Germán Coronado

Estoy totalmente de acuerdo con lo que expresa Javier en su carta abierta a la alcaldesa de Lima.

Es un despropósito monumental que la Municipalidad de Lima quiera emprender aventuras editoriales de incierto efecto en una población como la de Lima, que supera los 8 millones de habitantes. El que llamas "efecto social" será, prácticamente nulo y parece estar al servicio de quienes propugnan esta idea: un puñado de iluminados que nos va a enseñar qué debemos leer!!!

Destinar dinero de las arcas municipales --entiéndase, originados en los tributos que pagamos-- a la publicación de unos pocos títulos, que con seguridad serán distribuidos ineficientemente, y que serán producidos con sobrecostos que nadie podrá controlar, es una aberración en un país en el que el ciudadano que no tiene recursos no puede acceder a la lectura si no es por medio del infame libro pirata.

Lo que hace falta en una ciudad como la nuestra son Bibliotecas Públicas, donde los ciudadanos que quieran acceder al libro tengan la posibilidad de hacerlo gratuitamente, sea que se trate de obras clásicas o de la actualidad literaria.

¿Por qué es que nuestros conciudadanos acuden al libro pirata? La respuesta es que para muchos no hay otro medio para acceder a las obras que la gente quiere leer, que son, especialmente, las de la actualidad literaria nacional y mundial.

En lugar del malhadado proyecto Munilibros 2011, a punto de ser perpetrado por la actual administración municipal, que pretende darle renovada vida al trasnochado proyecto Munilibros del alcalde Barrantes (cuyas circunstancias difieren radicalmente de las actuales, como bien señala Arévalo), la Municipalidad de Lima debería desarrollar un plan para, en sentido contrario al de una realidad en la que lo ilegal se ha instalado como lo "normal", enseñarle el camino hacia el orden y la legalidad a sus ciudadanos. Con esta finalidad la Municipalidad de Lima debería clausurar los antros de la piratería que han hecho del centro de Lima su bastión y, paralelamente, instalar bibliotecas públicas como las que desarrolló el alcalde Enrique Peñalosa, en Bogotá, labor que fue continuada por su sucesor en el cargo Antanas Mockus. Al respecto los invito a leer a Mario Vargas Llosa, quien el 30 de abril de 2003 publicó un artículo titulado "Los hispanicidas", en el que dice lo siguiente:

"El alcalde de Bogotá, Antanas Mockus [...] está modernizando y embelleciendo la ciudad de Bogotá -sigue en esto la política de su antecesor, el alcalde Enrique Peñalosa-, perfeccionando su sistema de transportes (ya excelente) y estimulando su vida cultural y artística de una manera ejemplar. Por ejemplo, incrementando la red de bibliotecas -BiblioRed- que el ex alcalde Peñalosa sembró en los barrios más deprimidos de la ciudad. Dediqué toda una mañana a recorrer tres de ellas, la de El Tintal, la de El Tunal y especialmente la envidiable Biblioteca Pública Virgilio Barco. Magníficamente diseñadas, funcionales, enriquecidas de videotecas, salas de exposiciones y auditorios donde hay todo el tiempo conferencias, conciertos, espectáculos teatrales, rodeadas de parques, estas bibliotecas se han convertido en algo mucho más importante que centros de lectura: en verdaderos ejes de la vida comunitaria de esos barrios humildes bogotanos, donde acuden las familias en todos sus tiempos libres porque en esos locales y en su entorno viejos, niños y jóvenes se entretienen, se informan, aprenden, sueñan, mejoran y se sienten partícipes de una empresa común".

Ejemplos como el de Bogotá son los que deberíamos emular (para tener una idea de la magnitud y profesionalismo de esta iniciativa, sugiero entrar a la página web de BiblioRed: http://portal.biblored.edu.co). No es posible que en Lima se dispendie el dinero de los contribuyentes para emprender una aventura efímera que virtualmente no tendrá ningún impacto en la realidad de los limeños. Lo más que veremos será la foto, sí, esa foto en la que quieren estar los promotores de la idea, pues sin duda hay mucho narcicismo de por medio. No en vano se le llama "editores narcisos" a esta especie que ronda en la administración pública y en algunas empresas privadas. Con dinero que toman de las arcas públicas o del presupuesto de márketing de la empresa, según sea el caso, estos personajes emprenden aventuras en las que, como bien dice Arévalo, no tienen ni la más remota idea de cómo distribuirán lo libros que han decidido publicar. Claro, como no hay que devolver el dinero, no interesa ni un comino el "retorno de la inversión" (ojo que la Ley del Libro habla de presupuestos revolventes, es decir que el dinero invertido tiene que retornar para poder ser nuevamente invertido).

No puedo dejar de mencionar el enorme daño que una iniciativa como esta ocasionará en la frágil industria editorial nacional, en particular en la economía de los editores independientes. Quienes estamos inmersos en esta actividad, invertimos nuestros recursos para poner en circulación obras que generalmente son publicadas con mucho esfuerzo. No recibimos subvención alguna y competimos, muchas veces en condiciones de desventaja, con las publicaciones que llegan del extranjero. No es posible, en estas circunstancias, admitir que el mercado será intervenido por un organismo estatal con libros que serán distribuidos con precio subsidiado. El precio subsidiado, al igual que la piratería, distorsiona la percepción que el consumidor potencial de libros tiene respecto al "verdadero precio del libro". Del mismo modo que no se puede competir con la piratería --que la Municipalidad de Lima debe erradicar-- no es posible que surjan ahora ediciones con precio subsidiado que causarán grave daño a las editoriales que trabajan en este mismo espacio de la cultura.

La pregunta que habría que hacerle a nuestra alcaldesa es en qué ventanilla debemos hacer cola para recibir, nosotros, los editores independientes, el subsidio que requeriríamos para la divulgación a precios inferiores a los del mercado, de nuestros libros. Este supuesto no se va a dar y, por lo tanto, la Municipalidad de Lima incurrirá en lo que se llama competencia desleal.

Me sumo al llamado de Javier Arévalo. La Municipalidad de Lima debe reorientar su interés en los temas culturales, en particular en lo que atañe al libro y la lectura y, si no puede emprender proyectos trascendentes y loables desde todo punto de vista, como el que gestiona la Alcaldía de Bogotá a través de BiblioRed, tomar iniciativas como las que esboza Javier: cuatro bibliotecas básicas, de tipo Plan Lector, en las que el ciudadano pueda acceder, gratuitamente no a seis obras (como parece proponernos el proyecto Munilibros 2011), sino a un vasto surtido de obras cuyo número deberá crecer con los aportes de los gobiernos locales donde estas bibliotecas sean instaladas.


Dicho lo cual, expreso mi ferviente deseo de que la alcaldesa Susana Villarán enmiende rumbos y deje de lado el anacrónico y vicioso proyecto Munilibros 2011, y emprenda, sin más demoras, el diseño y desarrollo de una red de bibliotecas públicas.


Por último, hago un llamado urgente a las autoridades ediles: nadie en este ámbito está ocupándose de ponerle coto a la venta de ediciones piratas en los llamados campos feriales (especialmente en el Campo Ferial Amazonas, en el Boulevard Quilca, en las cuadras 8 y 9 de Camaná y a lo largo de toda la Av. Nicolás de Piérola, entre Azángaro y Tacna). Los piratas han invadido muchos espacios urbanos por falta de autoridad que les ponga mano dura. Hoy día las ediciones piratas se venden a vista y paciencia de todo el mundo en locales comerciales que, según parece ser, cuentan con licencia de funcionamiento. La Municipalidad de Lima tiene una responsabilidad directa en resolver esta situación.

Atentamente,

Germán Coronado
Editor
Ediciones PEISA S.A.C.

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